El seguro de decesos está destinado a cubrir los gastos de inhumación o incineración, los servicios funerarios, los traslados o repatriación si fueran necesarios, y los trámites administrativos, así como hacerse cargo de todas las gestiones asociadas al sepelio.

Es uno de los productos aseguradores más contratado en España: el 47% de la población está cubierta por un seguro de decesos, y este porcentaje aumenta con la edad. El grado de penetración es muy diferente según la provincia: desde Cádiz, donde el 78% de la población se encuentra asegurada, a Soria, dónde solo el 19% dispone de este tipo de cobertura.

El motivo de la popularidad de este seguro frente a otras soluciones radica en que no sólo cubre los gastos económicos, también se encarga de realizar todos los trámites y gestiones asociados al sepelio (tramitación de la documentación por fallecimiento, funeraria, traslado, incineración o inhumación, esquelas, flores, etc.), así como del asesoramiento y gestión sobre los trámites a realizar tras el fallecimiento (obtención del certificado de defunción, baja del libro de familia, inscripción en el Registro Civil, partidas de defunción y de testamentos y Fe de Vida, tramitación de pensiones de viudedad y orfandad, impuesto de sucesiones, etc.), así como la opción de prestar asistencia psicológica durante el proceso, si fuera necesaria. Por todo esto, contar con un seguro de decesos supone un importante apoyo para la familia del fallecido, al liberarles de las cargas administrativas y burocráticas en un momento especialmente difícil.

La contratación puede realizarse bien a través de un pago único, que es la fórmula habitual para los mayores de 70 años; o bien a través de cuotas periódicas, la fórmula más frecuente en el caso de personas jóvenes. El capital asegurado se calcula en función de las preferencias del asegurado y el lugar de residencia, ya que los gastos de sepelio varían considerablemente de una provincia a otra. En caso de que el total de los gastos de defunción no haya alcanzado dicho capital, la suma restante suele entregarse a los herederos legales.